Por Franco Cassigoli Bejares
La presentación de más de 2 horas de Babasónicos en el Teatro Coliseo contó con 28 canciones de un amplio abanico de distintos proyectos que han sumado en su variada y extravagante trayectoria. Babasónicos anunció un espectáculo eléctrico y, en efecto, eso entregaron. Y lo hicieron con tanta autoridad, que podríamos estar presenciando la definición del concierto, fiesta o “quilombo” ideal del que los argentinos gustan ser anfitriones.
Las múltiples personalidades del septeto nos seducen y moldean nuestras sensaciones de la forma que quieren. Nos vuelven partícipes cuando nos sugieren bailar con sensualidad, cuando se nos permite corear las letras que nos dejan adoptar con tanta intimidad, cuando recargan nuestra ferocidad con ritmos rockeros y lírica oscura e imperativa o cuando simplemente debemos desprendernos de la conciencia para entrar en el trance del techno y la fiesta cósmica. Son ámbitos que se hacen presentes en cada uno de los shows de Babasónicos.
Foto: Pía Figueroa Zelaya
Foto: Pía Figueroa Zelaya
Foto: Pía Figueroa Zelaya
La cronografía del show fue lo preciso y el elemento clave que deja aun más claro que Babasónicos es una evolución y una búsqueda en conjunto que, aunque hayan aterrizado en el formato pop-electrónico, reconocen su trascendencia que los llevó a este resultado final.
Foto: Pía Figueroa Zelaya
Respecto a lo anterior, no se dice que es un resultado final porque hayan decidido no mutar más, sino porque Babasónicos ya se siente encontrado con sí mismo y cada vez con más determinación. Aun así, vemos discos como Mucho (2008), Romantisísmico (2013), Vol. 1 de BBS (2017) o el innovador más reciente Impuesto de Fe (2016) y Repuesto de Fe (2017), que muestran que la inseguridad de hacer algo nuevo es inexistente.
Foto: Pía Figueroa Zelaya
Foto portada: Pía Figueroa Zelaya
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